domingo, 27 de diciembre de 2009

Melancolia*


De vez en cuando ella se pregunta algo
de vez en cuando él se pregunta algo
aveces aquellos se preguntan por otros aquellos


Por las aceras camina la dama de suéter rojo, mirada fija y perdida. Camina sin mirar, sin expresar , sin sentir, va construyendo su propia historia. Nadie la conoce y aún así el resto de transeúntes la considera predecible.

De vez en cuando todos nos preguntamos por aquellos.

Se baja del taxi, tipo común de camisas negras. Paga al chofer, se aleja el taxi y dirige la vista a la primera cosa que tenga en frente, respira profundamente y se encamina en el rumbo de todos los días. A partir de ese momento ya no existe nada alrededor.

De vez en cuando cada uno se pregunta por aquel.

Termina la jornada para ella mientras comienza para él, pero siempre en algún momento del día ambos son libres para no encontrar en que ocuparse.

De vez en cuando ellos alzan el rostro esperando encontrar el otro rostro que no aparece.

Llega siempre con el amanecer el día siguiente, ella se despierta y se viste de uniforme, él de camisa negra detiene el taxi como siempre, transita y se baja en el mismo sitio, fija la mirada en el primer objeto... mientras tanto, ella camina al tiempo en que sus tacones dan la luz de alerta a cualquiera que se atraviesa en el camino. Él camina recordando sus deberes del día y ella camina... solo camina sin ocupar su mente más que en el ferviente intento por olvidar lo que el intenta recordar.

Ella desliza su tarjeta y marca su hora de llegada. Él se comunica con la secretaria. Cada uno en un extremo de la ciudad con cuatro parques de por medio se preguntan al inicio y al final del día ¿qué tan grande es la ciudad?

Termina el día y sus tacones regresan a componer con los adoquines pasos tristes y sonámbulos. Las presas y los pitos saquean la misma billetera. En ese momento cada uno se pregunta dónde esta el otro, se lo preguntaron, se lo preguntan y lo seguirán haciendo...
cuando llegan a casa, esa vida que construyen rodeados de personas que no conocen, que no comprenden. Frente al casi desconocido, desconocida, al borde de la cama después de expulsar el dulce te quiero cada uno piensa cuanto puede pesar un pequeño respiro una pequeña memoria en un universo de recuerdos.

Para el final del día la ciudad es tan grande que el recuerdo se hace más valiosos y vasta únicamente con preguntarse.

* Pintura de Alyse Radjenovic

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