martes, 29 de diciembre de 2009

LA Nena (Parte 1)

(En una habitación de hospital con una simple camilla una mujer reflexiona para si y cuenta al alguien más lo poco que comprende su propia vida)



Si se dice algo más de lo que se debió haber dicho, si se cuenta más de lo que se debía si cada paso esta sobrando, damos una para adelante que cambia el rumbo y nos lleva a dar otro y otro hasta haber dado tantos que perdimos el rumbo y andamos por andar, andamos de aquí allá.

Se me perdió el rumbo y ahora lo ando buscando, se me fue el espíritu en los últimos respiros de los recientes siete años, se me escapo la vida por la única rendija que da a mi cuarto. Se me escapo el rumbo de mis ojos, quede ciega del destino y ahora soy una descarriada más, me deslumbró la tristeza y de repente no buscaba más que el oscuro hueco del tiempo acumulado sin porvenir.


¡Sí! Ahora que lo menciona, podría yo contarle mi historia... aunque debo de advertirle que no recuerdo nada anterior al siguiente episodio que le voy a narrar...

Las calles ya no tan transitadas por las altas horas, llenas de basura al igual que todos los días , el pestilente olor abrigaba cada chinamo. Ahí, en medio de cada tiendita me encontraba yo,metro sesenta y cinco vestida de blanco y sudadera color rosa. Cabellos castaños de raíz y naranja en las puntas cintura casi extinta y curvas que es mejor no mencionar... a mi lado se encontraba ese tipo alto y flaco, cabellos mal cortados camisa blanca y rota con jeans sucios de los cuales no quiero conocer la procedencia.

Ahí estábamos los dos en esa esquina, prendiendo un cigarrillo y fumándonos el tiempo... la eterna espera de lo desconocido... eran las 10:15 de la noche, aún demasiado temprano para nuetros compañeros de trabajo pero la hora indicada para nosotros. Era un domingo de diciembre, en el segundo piso del edificio esquinero apenas se escuchaba los ecos del swing en las tablas, la basura se apilaba cada vez más frente a nosotros porque el resto de negocios empezaba deshacerse de su pestilencia más indómita. Nosotros dos únicamente observábamos los autobuses pasar frente a nosotros llenos de pasajeros que venían de las ferias navideñas, entre tantos ojos castigadores tras ventanas hubo unos que se clavaron en los míos.

El camión municipal de la basura empezaba su pestilente ruta, el autobús se detuvo sin mas a observar tan ameno espectáculo lleno de agrios y podridos olores. Tus ojos me observaban con una mirada que decía ¡tal como lo imagine! Yo solo fingí no sentir tus ojos moralistas encima. El bus arranco y se fue... te fuiste vos pero no mis recuerdos, no ese ingrato pasado no esta ingranta realidad.

¡decime! ¡decime vos! ¿Que iba a saber yo hace uno, dos, tres años que ahora estaríamos las dos aquí sentadas? ¿cómo iba a saber yo que vos de dedicabas a esto? Yo veía en vos una simple chica, una de esas nenas respingadas que camina por San José con sus zapatitos limpios y bien combinados. El pelo perfectamente peinado con esa colmena que me recordaba las fotos de mi mama joven. Una más de esas empleadas, quizás una demostradora de cosméticos o una dependiente.

Para ese entonces yo estaba empezando y por miedo trabaja más temprano, nos topábamos siempre a las 6:30 cuando pasabas frente a esa cantina. Siempre me veías con esos ojos de interrogación tan obvios, estoy segura que pensabas “siempre la misma ropa, siempre el mismo lugar”. Conforme pasaban las semanas nos fuimos familiarizando, ya no eran esos ojos perspicaces llenos de preguntas, eran ojos bondadosos y comprensivos acompañados de una sonrisa para nada perniciosa. Yo pensaba “ ya conoció que hay una mundo más allá del mostrador” . Pasaban los días y frente a mi eras esa imagen que uno construye cuando es joven, me recordabas a mi misma hace unas cuantas décadas, y al mismo tiempo evocabas en mi imaginación esa hija que quise tener o la que quise haber sido. Me preocupaba por verte pasar, ¿habrá tenido un buen día? ¿habrá comido bien? Hay días que era obvio que habías salido tarde de casa, el cabello apenas con un moño y una combinación monótona de colores, negro- azul, café -blanco rayando aveces en el aburrido mundo monocromático. Sabía que cada lunes, martes y sábado salias... esos días era poco frecuente verte pasar, y cuando lo hacías caminabas despacito despacito con la mirada puesta en el piso y la trompita llena de cucharitas. Eras como un fantasma, un cuerpo sin espíritu desvaneciéndose entre el sucio paisaje de San José detenías el bus frente a la catedral de la merced y te ibas lejos no se rumbo a dónde.

Ya voy a lo que querés escuchar... querés saber que ha sido de mi ¿cierto? No lo dudo, pero he de advertirte que no es lo que esperas escuchar, es quizás más simple o más complejo todo depende de la imagen que cargues, del perjuicio que la vida te haya regalado. Eso si, no esperes que sea como muchas otras que has escuchado, no esperes de mi la misma frecuente historia. La mía es otra, la mía es una historia que no recuerdo y que ahora que te tengo a mi lado puedo ir construyendo... quizás cuando termine ni siquiera quiera darte las gracias.

No hay comentarios: