martes, 29 de diciembre de 2009

Edwars Burne-Jones "el hechizo de Merlin" 1874


Una Pintura para Ilustar La Nena





 Pintura de felicien Rops (1833 - 1898) " La parodia Humana" 1881, Lapiz 22x14,5


LA Nena (Parte 1)

(En una habitación de hospital con una simple camilla una mujer reflexiona para si y cuenta al alguien más lo poco que comprende su propia vida)



Si se dice algo más de lo que se debió haber dicho, si se cuenta más de lo que se debía si cada paso esta sobrando, damos una para adelante que cambia el rumbo y nos lleva a dar otro y otro hasta haber dado tantos que perdimos el rumbo y andamos por andar, andamos de aquí allá.

Se me perdió el rumbo y ahora lo ando buscando, se me fue el espíritu en los últimos respiros de los recientes siete años, se me escapo la vida por la única rendija que da a mi cuarto. Se me escapo el rumbo de mis ojos, quede ciega del destino y ahora soy una descarriada más, me deslumbró la tristeza y de repente no buscaba más que el oscuro hueco del tiempo acumulado sin porvenir.


¡Sí! Ahora que lo menciona, podría yo contarle mi historia... aunque debo de advertirle que no recuerdo nada anterior al siguiente episodio que le voy a narrar...

Las calles ya no tan transitadas por las altas horas, llenas de basura al igual que todos los días , el pestilente olor abrigaba cada chinamo. Ahí, en medio de cada tiendita me encontraba yo,metro sesenta y cinco vestida de blanco y sudadera color rosa. Cabellos castaños de raíz y naranja en las puntas cintura casi extinta y curvas que es mejor no mencionar... a mi lado se encontraba ese tipo alto y flaco, cabellos mal cortados camisa blanca y rota con jeans sucios de los cuales no quiero conocer la procedencia.

Ahí estábamos los dos en esa esquina, prendiendo un cigarrillo y fumándonos el tiempo... la eterna espera de lo desconocido... eran las 10:15 de la noche, aún demasiado temprano para nuetros compañeros de trabajo pero la hora indicada para nosotros. Era un domingo de diciembre, en el segundo piso del edificio esquinero apenas se escuchaba los ecos del swing en las tablas, la basura se apilaba cada vez más frente a nosotros porque el resto de negocios empezaba deshacerse de su pestilencia más indómita. Nosotros dos únicamente observábamos los autobuses pasar frente a nosotros llenos de pasajeros que venían de las ferias navideñas, entre tantos ojos castigadores tras ventanas hubo unos que se clavaron en los míos.

El camión municipal de la basura empezaba su pestilente ruta, el autobús se detuvo sin mas a observar tan ameno espectáculo lleno de agrios y podridos olores. Tus ojos me observaban con una mirada que decía ¡tal como lo imagine! Yo solo fingí no sentir tus ojos moralistas encima. El bus arranco y se fue... te fuiste vos pero no mis recuerdos, no ese ingrato pasado no esta ingranta realidad.

¡decime! ¡decime vos! ¿Que iba a saber yo hace uno, dos, tres años que ahora estaríamos las dos aquí sentadas? ¿cómo iba a saber yo que vos de dedicabas a esto? Yo veía en vos una simple chica, una de esas nenas respingadas que camina por San José con sus zapatitos limpios y bien combinados. El pelo perfectamente peinado con esa colmena que me recordaba las fotos de mi mama joven. Una más de esas empleadas, quizás una demostradora de cosméticos o una dependiente.

Para ese entonces yo estaba empezando y por miedo trabaja más temprano, nos topábamos siempre a las 6:30 cuando pasabas frente a esa cantina. Siempre me veías con esos ojos de interrogación tan obvios, estoy segura que pensabas “siempre la misma ropa, siempre el mismo lugar”. Conforme pasaban las semanas nos fuimos familiarizando, ya no eran esos ojos perspicaces llenos de preguntas, eran ojos bondadosos y comprensivos acompañados de una sonrisa para nada perniciosa. Yo pensaba “ ya conoció que hay una mundo más allá del mostrador” . Pasaban los días y frente a mi eras esa imagen que uno construye cuando es joven, me recordabas a mi misma hace unas cuantas décadas, y al mismo tiempo evocabas en mi imaginación esa hija que quise tener o la que quise haber sido. Me preocupaba por verte pasar, ¿habrá tenido un buen día? ¿habrá comido bien? Hay días que era obvio que habías salido tarde de casa, el cabello apenas con un moño y una combinación monótona de colores, negro- azul, café -blanco rayando aveces en el aburrido mundo monocromático. Sabía que cada lunes, martes y sábado salias... esos días era poco frecuente verte pasar, y cuando lo hacías caminabas despacito despacito con la mirada puesta en el piso y la trompita llena de cucharitas. Eras como un fantasma, un cuerpo sin espíritu desvaneciéndose entre el sucio paisaje de San José detenías el bus frente a la catedral de la merced y te ibas lejos no se rumbo a dónde.

Ya voy a lo que querés escuchar... querés saber que ha sido de mi ¿cierto? No lo dudo, pero he de advertirte que no es lo que esperas escuchar, es quizás más simple o más complejo todo depende de la imagen que cargues, del perjuicio que la vida te haya regalado. Eso si, no esperes que sea como muchas otras que has escuchado, no esperes de mi la misma frecuente historia. La mía es otra, la mía es una historia que no recuerdo y que ahora que te tengo a mi lado puedo ir construyendo... quizás cuando termine ni siquiera quiera darte las gracias.

domingo, 27 de diciembre de 2009

El salto de la musa

No puedo escribir. las palabras se esconden como niños correteando entre columnas.
conozco la razón de ese sin sabor que rodea mi pluma... se van apareciendo frente a mi las mieles del olvido.

Mire haciá la ventana y ya no había nada más allá del paisaje común. respire, inhale, exhale y no sucedió nada... nada... el olvido ha cobrado todo. Busque más al fondo en la memoria, más allá de lo que la desesperacion alcanza. No aparece nada... dulce olvido.

y entonces recuerdo porque olvide...

DE traje griego al lado del edificio, Sus cabellos largos y sinuosos se movian al son de la tarde al borde del piso más alto. sintio que debía dejar su cuerpo bailar al ritmo del viento al tono del vacio, quiso dejarse caer en las manos de ese impulso agresivo... y así fue.nada malo sucedio..., cayo suavemente en exquisitas burbujas de emociones , rodó rodó y rodó hasta que llego dónde esta ahora.... en dónde yo no la puedo encontrar.


Se fue de mis manos, la he olvidado. rodó tan lejos que ya no la he posido encontrar. ¿Comó llegue hasta aquí? ¿Cuándo fue que ella saltó tan lejos?. Desde ese momento ya no tengo fiestas embriagantes de inspiración, ahora hay olvido hay un susurro dormido que se contonea de vez en cuando y que extraña lo que provocaba que esta pluma escriba.

Melancolia*


De vez en cuando ella se pregunta algo
de vez en cuando él se pregunta algo
aveces aquellos se preguntan por otros aquellos


Por las aceras camina la dama de suéter rojo, mirada fija y perdida. Camina sin mirar, sin expresar , sin sentir, va construyendo su propia historia. Nadie la conoce y aún así el resto de transeúntes la considera predecible.

De vez en cuando todos nos preguntamos por aquellos.

Se baja del taxi, tipo común de camisas negras. Paga al chofer, se aleja el taxi y dirige la vista a la primera cosa que tenga en frente, respira profundamente y se encamina en el rumbo de todos los días. A partir de ese momento ya no existe nada alrededor.

De vez en cuando cada uno se pregunta por aquel.

Termina la jornada para ella mientras comienza para él, pero siempre en algún momento del día ambos son libres para no encontrar en que ocuparse.

De vez en cuando ellos alzan el rostro esperando encontrar el otro rostro que no aparece.

Llega siempre con el amanecer el día siguiente, ella se despierta y se viste de uniforme, él de camisa negra detiene el taxi como siempre, transita y se baja en el mismo sitio, fija la mirada en el primer objeto... mientras tanto, ella camina al tiempo en que sus tacones dan la luz de alerta a cualquiera que se atraviesa en el camino. Él camina recordando sus deberes del día y ella camina... solo camina sin ocupar su mente más que en el ferviente intento por olvidar lo que el intenta recordar.

Ella desliza su tarjeta y marca su hora de llegada. Él se comunica con la secretaria. Cada uno en un extremo de la ciudad con cuatro parques de por medio se preguntan al inicio y al final del día ¿qué tan grande es la ciudad?

Termina el día y sus tacones regresan a componer con los adoquines pasos tristes y sonámbulos. Las presas y los pitos saquean la misma billetera. En ese momento cada uno se pregunta dónde esta el otro, se lo preguntaron, se lo preguntan y lo seguirán haciendo...
cuando llegan a casa, esa vida que construyen rodeados de personas que no conocen, que no comprenden. Frente al casi desconocido, desconocida, al borde de la cama después de expulsar el dulce te quiero cada uno piensa cuanto puede pesar un pequeño respiro una pequeña memoria en un universo de recuerdos.

Para el final del día la ciudad es tan grande que el recuerdo se hace más valiosos y vasta únicamente con preguntarse.

* Pintura de Alyse Radjenovic

viernes, 18 de diciembre de 2009

La musa


Toda la habitación es azul brillante... parpadeo y se vuelve pálida y pacifica, pasa por claroscuro y se mezcla de otros tonos, ahora es rojo cálido, apasionada, explosiva, tan expresiva que desborda su propio limite, no puede contenerse y estalla frente a mi rostro como una fuga, imagen tras imagen de recuerdos perdidos en la memoria, todos entonaban una sinfonía diferente pero armonizan como si se tratara de un simple arpa dándome las buenas noches.


Estaba ahí, tras miles de esencias que recorrían mis sentidos, la alegría de vivir dibujaba una sonrisa en mis labios. Sin embargo, tan inmensa sensación no pudo evitarme ver la puertecilla que crecía al lado de la ventada... la habitación es ahora naranja, la puerta de madera me provoca la tentación de girar de la manilla. no pude evitar abrirla.


La habitación se tornó verde y fresca, la abrí lentamente sin esperar más que un monologo de mi locura, para mi sorpresa encontré un sendero lleno de hojas secas y rodeado de esos hermosos arboles color naranja, era ese paisaje otoñal que nunca tuve, el viento soplaba y las hojas hacían figurillas en el aire, si tan solo existiera un aire tan limpio como el que se respiraba... cada vez caían más hojas y aparecían como pequeñas imágenes de todo aquello que nadie quiere recordar y caían otras no tan amargas y otras más un poco más dulces.


Caían caían caían... ya no quería respirar, el aire me asfixiaba tan suave todo tan tenue, de repente grotesco y abstracto y sutil nuevamente...


continué caminando por ese sendero, el sol me abrazaba cada vez más , subo un camino empinado y la brisa desaparece, el calor me sofocaba y repentinamente el viente soplo con tanta ligereza pero con tanta fuerza que mi alrededor creció un remolino de hojas secas, verdes y anaranjadas.


Me dejaron ahí... mareada, perdida, fuera de todo margen provisto de sentido común, mire de reojo a mi alrededor y en cuanto todo se detuvo estaba ahí de nuevo: Otra puerta.


Esta ves era maciza y metálica con una pequeña rendija en vidrio. Estaba apunto de empujarla cuando me percate de que mis pertenencias estaban al lado de la puerta... mire detalladamente a mi alrededor, estaba de pie en una pequeña colina, por más que intentaba mirar atrás mis ojos no alcanzaban a ver más que así mismos... solo existía lo que estaba delante de mi: esa puerta en el aire que no tenia soporte, no tenia pared, no había tras de ella más que la inmensidad blanca


mentiría si dijera que creí estar muerta, sería una falacia que mis palabras describieran un supuesto limbo y luego contaran que volví a la vida, seria peor aún decir que sentí miedo. Al contrario de todo ello, tome mis pertenencias, sentí que sabía lo que estaba ahí, sonreí y me sentí plenamente feliz, empuje la puerta con mi cuerpo algo desequilibrado por el peso de las cosas y ahí estaba, frente a mis ojos lo que tanto añoraba, quise tirar todo al suelo y entregarme al sentimiento eufórico que impide pensar y hablar, entregarme a esa apasionada emoción que solo permite sentir, suspire `profundamente y me contuve como una de tantas veces. Cuando mis palabras iban a dejar de ser opacas y de invernar en mi lecho, cuando iba a terminar con esa maldita espera, cuando por fin le pondría fin a esa ansiedad del demonio que no me dejaba ni un día de mi vida tranquila cuando ya iba a escupir mis palabras en su frente como si yo fuera Pollock y el mi lienzo, cuando por fin la frase saldría en un simple murmullo y unos ojos tristes y sollozantes una partitura resbalo y se instalo frente mis pies baje la vista y vi su titulo, disfrute de su melodía secretamente por unos instantes y me incorpore de nuevo, en ese momento creía tener todo el tiempo y disfrute de ese árbol que se enderezaba como todo un gran señor que cuida de la estilizada escultura que decoraba ese jardín... cuán dulce habia sido ese jardín. Estaba por salir el sollozo cuando me volví y estaba en mi habitación nuevamente, envuelta entre cobijas con la radiante mañana restregándose en mi frente.


Pensé toda la mañana... la misma historia en sus volúmenes I, II y III daban las gracias al cielo por no haber dejado salir tan tremenda verdad. Aún así volví, caí en el agujero estático de la melancolía, en ese mundo del que nadie habla donde las propias palabras dan vuelta tras vuelta en los oídos y de repente quieres encerrarlas como si se tratara de luciérnagas o libélulas, y corres tras ellas para a pagarlas y ellas se ríen en la cara del trance inmundo. Todo gira, gira, gira, gira y llega el punto en el que no escucho nada... el silencio me asusta .


Hay unos pasos que se acercan. El murmullo regreso.


Aparecen otros pasos, se acercan al murmullo y le gritan.


Hay unos terceros, se acercan cautelosos al murmullo y dejan salir un gemido de sorpresa, inmediatamente se desvían hacia los gritos y percibo como se abrazan, o uno abraza al otro... los gritos desaparecieron y los pasos regresaron con el murmullo, pero ahora hay algo diferente, escucho sus pequeños pasos nerviosos y ansiosos moverse de un lado a otro... presiento que están asustados y corren a esconderse sus pequeños pasitos son cada ves más continuos y fuertes.


Un soplo rozo mi espalda, abrí los ojos y de aquella escena que no quise presenciar solo quedaban dos sillas. Una al lado del otro bañadas por la lúgubre habitación ahora color verde azulado con los brochazos de herrumbre y moho que solo los años brindan.


Me acerque harta de vivir la misma situación día tras día. Frente a las sillas aparentemente vacías podía sentir un frío hálito. Busque con la mirada a ver si encontraba al tercero y logre ver a mi ya compañera de amargura: la puerta, me acerque conociendo la dinámica de su esquizofrenico juego pero ante mi poca prisa la puerta se hizo cada vez más chiquita y desapareció.


Un árbol gris empezó a crecer en esa misma esquina, creció y creció con ramas color rosa y frutos cafés, me senté bajo su apacible reposo. ¿Quien era? ¿Que quería? ¿Porque regresaba después de tanto tiempo?


Quise salir una ves más de aquel circulo de confusos recuerdos y voces, quería volver a todo aquello que había construido, a lo común y sin sentido, retomar aquella estabilidad espeluznante hija de mi tristeza incurable. El árbol se deshizo como si me reprochara el ya no querer ser parte de sus andanzas, sus flores se cayeron y se marchitaron en mis manos, se pudrieron del mismo modo en que se pudrían mis deseos por recordar... ¿es tan difícil permitirle a alguien olvidar?


Mis manos temblaban, el aire era pesado y cortante... de un momento a otro las sillas me asutaban, no quería tenerlas cerca buscaba en que ocuparme pero la nada se tragaba mis intenciones. ¿porque los pasos no regresaban? Deseaba que volvieran y se transformaran en arrullo de medio noche, no me quedo más que conciliar el sueño esperando su regreso... No quiso volver la musa.